26.4.17

Del pasado al cuerpo

Hace dos veranos, mami se enfermó.Cumplió 35 años y se enfermó.Empezó como una inflamación en las muñecas y un poco de dolor; y cuando quisimos darnos cuenta, todas sus articulaciones dolian, se hinchaban y perdían la fuerza.
Mamá siempre independiente, siempre fuerte, siempre ágil, en cuestion de días paso a necesitar ayuda para sacarse el pantalón o abrir botellas o sentarse.Cuando estaba recién levantada, era todo particularmente más difícil y doloroso.
Mamá estaba frustrada.Su fuente de trabajo era la fuerza de su cuerpo.Ya no podía trabajo porque dolía y le faltaba fuerza para estrujar los trapos.Le dolían los talones y el peso que el cuerpo cargaba en ellos.Le dolía depender, no poder, se le rompía la voz y se le cristalizaban los ojos cada vez que no podía algo.
Los doctores le dijeron que sus síntomas correspondía a la artritis reumatoidea, que por la edad era probable que se esté empezando a manifestar la enfermedad.Le dieron un polvito y le mandaron a hacer análisis:análisis que dieron negativo.
Y así como sus dolencias aparecieron de un día para el otro, también desaparecieron.
Pero yo estoy segura que la enfermedad de mamá era algo más grave, más profundo, más del alma que del cuerpo.
Mamá se enfermó de rencor.Se enfermó de todas los dolores de la vida que no supo soltar y perdonar.Se enfermó de enojos, de bronca y de frustraciones.Se le calaron en los huesos y en las articulaciones, y se transformaron en dolor físico.

Mamá sabe de muchas cosas,pero no de soltar, tampoco de dejarse caer o perdonar.En eso somos iguales.